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Mayo 2016

JIM THOMPSON

Jim Thompson (1906-1977) viajó por todo Estados Unidos y trabajó de enfermero, sereno, administrador de cine, obrero de la construcción, experto en explosivos, jugador profesional de cartas y periodista. Sus novelas eran rechazadas por falta de reconocimiento profesional, ignorado por el mercado de masas (fue publicado en baratas ediciones de quiosco de "usar y tirar"), con más éxito en Europa que en su propio país, especialmente en Francia donde sus libros han sido editados numerosas veces.  Un genio cuya obra, a diferencia de otros como Dashiell Hammett o Raymond Chandler, sigue sin tener todo el reconocimiento que se merece.

El estilo de Thompson es brillante, claro y diáfano, a diferencia de otros grandes clásicos, donde las descripciones se vuelven interminables, las traiciones se enredan unas con otras y los individuos dan vueltas sobre sí mismos. Sus tramas son complejas, como sus personajes, pero el modo de expresarse carece de adornos. Thompson, de un modo directo y fácil de seguir, va directo al grano y a la yugular......

Entre las adaptaciones a cine, por citar algunas, se encuentran: Los Timadores con John Cusack y Anjelica Huston o La Huida de Sam Peckinpah y protagonizada por Steve McQueen. El propio Thompson fue guionista de joyas como Senderos de Gloria y Atraco Perfecto, ambas dirigidas por Stanley Kubrick.

 

Mi recomendación de este autor: 1280 Almas o Hijo de la Ira que son, sin duda, mis lecturas favoritas por encima de todo lo que ha pasado por mis manos hasta el momento.

 

Sus personajes son diabólicos, tanto en astucia como en intenciones. En ocasiones carismáticos, seductores pero finalmente crean un nudo en el estomago imposible de deshacer a pesar de todos sus encantos. Pero no son realmente malvados, al más puro estilo de un moderno Mefistófeles simplemente obligan a las personas que se cruzan en su camino a mirarse en el espejo, a confrontar toda las mentiras, debilidades y traiciones que los conforman. Los protagonistas como Nick Corey (1280 almas) devuelven a la sociedad lo que han recibido pero multiplicado por mil. Escupen en ella, pero no al estilo de un rebelde James Dean, adolescente confuso y eternamente joven, sino de alguien completamente formado, consciente de sus acciones, de mente aguda y colmillos afilados.

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