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Agosto 2010

ORIGEN

Origen trata sobre el mundo de los sueños, unas máquinas que permiten introducirse en mentes ajenas mientras éstas duermen y allí implantar ideas en la mente del sujeto o bien sacarlas para espionaje industrial. A partir de ahí se inicia una compleja aventura sobre el subconsciente, el mundo onírico y la manipulación a través de la imaginación y las ladinas artes de los protagonistas.

El filme bebe de predecesoras como Matrix (se nota sobre todo en escenas de acción donde la gravedad desaparece), Dark City (remodelando ciudades a voluntad) o incluso de las perspectivas de Escher, pero no se trata de un plagio, ni siquiera un homenaje sino una fuente de inspiración para realizar algo totalmente nuevo y fresco. El ritmo (tanto en diálogos como en peleas) es magnífico, así como la banda sonora o la dirección sobre DiCaprio (aquí no peca del exceso de gestos cargados de histrionismo que adoptó en Infiltrados o Red de Mentiras).

El director, Christopher Nolan, está demostrando ser uno de los grandes talentos dentro del cine. Sus guiones son brillantes, como una trampa que se cierra alrededor de la mente del espectador y no le deja salir o abstraerse durante la proyección. 

Sus personajes suelen ser hombres que se crecen ante la adversidad. La complejidad de su carácter o sus acciones cautivan irremediablemente según avanza la trama, enfrentados a sus demonios, tanto interiores como exteriores. Y por último, las películas de Christopher Nolan son exquisitas en cada detalle, tanto a nivel de montaje, como de planos, banda sonora o elección de actores.

Los actores han sido escogidos en su mayoría de gente que se ha labrado una excelente reputación dentro del cine independiente, como Joseph Gordon-Levitt (500 días contigoThe Lookout), competentes pero fuera del circo del main-stream como Cillian Murphy (28 días después), o veteranos y cumplidores como Tom Berenger. De esta manera (al igual que hace Zack Snyder) se consigue que los actores aporten al filme en vez de robarle protagonismo. Porque hoy en día lo que se venden son rostros, el público acude al reclamo de caras famosas en alguno de los monotemáticos posters (también ahí se ha perdido frescura y casi siempre son un par de rostros sobre algún fondo insípido). La única que no acaba de convencer es Ellen Page (Hard Candy, Juno) que resulta un poco inexpresiva y fuera de lugar.

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