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Mayo 2017

ALIEN: COVENANT

Muchos fans de la ciencia ficción estaban entusiasmados con que Ridley Scott retomara la historia sobre el universo de Alien con Prometheus.  El resultado fue una película vacía, carente de sentido, digna más de una programación de relleno que de un gran director. Con unos personajes que probablemente sean de lo más estúpido que se haya contemplado en el cine. Más que tripulantes del espacio recordaban a los jóvenes adolescentes de Viernes 13 que, borrachos y drogados, acaban víctimas del asesino de turno. En vez de ciencia ficción parecía comedia.

Covenant (continuación de Prometheus) no mejora apenas respecto a su predecesora Aunque hay alguna escena disfrutable, mejores planos y escenas de acción, el desarrollo general es el de una película que cuenta con presupuesto, buenos actores pero pocas ideas y escaso talento. Por establecer un paralelismo, recuerda a La cena de los idiotas, comedia francesa donde el protagonista busca hacerse amigo de descerebrados para aprovecharse de ellos en orden a alimentar su entretenimiento. Covenant es prácticamente lo mismo, ya que el villano de turno, los aliens o el propio entorno hostil lo tienen muy fácil con una tripulación absolutamente descerebrada.

Ridley Scott dirigió Alien en el año 79, creando uno de los alienígenas más fascinantes que se haya contemplado en la gran pantalla. Lejos de ser un monstruo del espacio sin más, nos introducía en un terror psicológico de una especie tan fascinante como mortífera. Con la misma lentitud y horror del que se hunde en arenas movedizas, los protagonistas se adentran en el más puro horror. Con historia de Dan O bannon, importante guionista, autor de varias joyas ochenteras como Desafío Total o El Regreso de los muertos vivientes. Ambos en estado de gracia dieron a luz una de las joyas de la ciencia ficción.

James Cameron tomaría el relevo en el 86, dando paso a la secuela Aliens, que ampliaba el universo de la mortífera raza de xenomorfos, con un filme que demostraba estar a la altura del original. Aquí el ritmo se dispara como un chute de adrenalina, una acción desbordante donde unos militares, entrenados y supuestamente preparados se ven enfrentados a algo que les supera por completo.

La película original del 79 tenía una lectura moral: la propia naturaleza humana, representada por codiciosas empresas, podía ser más odiosa que los monstruos espaciales. Covenant demuestra de nuevo que la realidad supera a la ficción, ya que tanto Ridley Scott como los grandes estudios que hay detrás han demostrado una falta total de escrúpulos, más interesados en llenarse los bolsillos que en darnos un atisbo siquiera de genialidad.

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