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Diciembre 2017

CRONOS

El filme de 1995, nos presenta a un anticuario que cuida de su nieta, hasta que un día llega a su tienda un extraño orbe que cambiará su existencia.  Al mismo tiempo, un hombre moribundo busca dicho objeto, creyendo que éste le ayudará a prolongar su vida.

Éste fue el primer largometraje de Guillermo del Toro (Blade 2, Hellboy, El Espinazo del diablo, The Strain), y ya aquí fue asentando los arquetipos que se repetirían en su cine de forma casi constante: ancianos decrépitos que desatan el infierno en su obsesión por la inmortalidad, objetos misteriosos que funcionan con múltiples engranajes (para placer de los aficionados a la cultura steampunk), huérfanos anclados a una figura paternal, y vampiros. Estos últimos presentados no como entes sobrenaturales, sino como meros parásitos, producto de virus y mutaciones. Entre los protagonistas encontramos a Ron Perlman y Federico Luppi (fallecido en noviembre de este año) que han sido habituales en su filmografía.

Este director mexicano es un especialista en cuentos góticos, pero no como el conocido Tim Burton (también obsesionado a su manera con el conflicto de hijo-progenitor), que en comparación presenta sus historias de una forma mucho más amable. Gillermo del Toro transmite de un modo crudo y visceral propio de las fábulas clásicas, antes de que se fueran endulzando para su consumo popular.

Probablemente ésta sea una de las películas más redondas respecto al resto de su trabajo que, a pesar de contar con más efectos y presupuesto, fue perdiendo parte de su encanto.

Cronos, debajo del horror, nos descubre un relato intimista lleno de dulzura, sobre dos seres que se cuidan el uno al otro, así como una moraleja: de cómo podemos llegar a olvidar quiénes somos, cegados por nuestras ansias y deseos, para acabar transformados en monstruos.

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