Marzo 2009
DÉJAME ENTRAR
El vampiro ha sido uno de los grandes protagonistas del cine por su evidente atracción: sexualidad, oscuridad, maldad. Pero no han sido éstos los elementos clave en Déjame entrar, una de las mejores películas sobre estos no-muertos en décadas. El filme se centra en la amistad, el amor, la necesidad de establecer vínculos emocionales, como sustentos tanto o más necesarios que la sangre para el nosferatu. De ahí el título de la película, que hace alusión no sólo al mito sobre que un vampiro debe ser invitado para entrar a una casa, también se refiere a dejar entrar en tu vida a personas que llegan como extraños y se acaban quedando como amigos o incluso amantes. La película es sueca y se nota en el rítmo, lento y pausado lleno de silencios y miradas que transmiten más que los propios diálogos.
La banda sonora, los bellos parajes helados de Suecia, la oscura fotografía, y sobre todo el maravilloso trabajo que realiza la pareja adolescente elevan Déjame entrar a la categoría de matrícula de honor. Lina Leandersson sorprende con una actuación (su debut en la gran pantalla) que deja en pañales a muchos adultos de la industria cinematográfica.