Julio 2018
EL BOXEADOR
Éste es uno de los mejores trabajos que se ha realizado en el cómic sobre el boxeo, y por tanto imprescindible para los aficionados de esta disciplina. Se trata de una obra única y muy original, para empezar no tiene contra cubierta sino dos portadas, de modo que cada lado empieza una historia diferente, hasta llegar al centro del propio tebeo, donde los luchadores se encuentran en una sola viñeta que muestra su combate. Han colaborado dos artistas, y cada uno se ha ocupado de forma individual de uno de los dos protagonistas de El Boxeador. Ambos relatos atrapan por completo, sumergiéndonos en la vida de los personajes. Además, se muestra de forma fiel este deporte: detalles de la técnica, la disciplina, los entrenadores fieles o los parásitos que rodean este mundo.
Rubén del Rincón y Manolo Carot se han asegurado de homogeneizar la narrativa visual, dentro de sus diferentes estilos, realizando un dibujo lleno de fuerza, tan contundente como el deporte que refleja. El formato es horizontal, algo no muy habitual en el mundo del cómic, que les ha permitido jugar más artísticamente. El color es monocromático, dominando el rojo para, según los autores, hacer llegar mejor la fuerza y la pasión que querían transmitir al lector.
Una historia trata sobre Rafa, un chaval hecho a sí mismo, que ha luchado contra la pobreza y la falta de medios para salir del arroyo. Alguien que parecer ser una especie de toro bravo, todo furia y emoción, que se mueve únicamente por impulsos, desconocedor de la palabra miedo. Por otro lado está Héctor, un joven introvertido, tranquilo y tímido, de familia acomodada, en apariencia todo lo contrario a Rafa. Pero ambos tienen varias cosas en común: su pasión por el boxeo y la lucha que mantienen, ya no sólo con sus oponentes sino contra sí mismos, contra las cárceles y barrotes de sus mentes, que les han impuesto otros o bien ellos mismos.
Guion y dibujo se funden a la perfección, en un esfuerzo combinado de dos autores que han realizado un trabajo excelente, tan potente y ágil como el propio boxeo. Aunque a título personal, quizás hubiera sido mejor añadir otro color para retratar las vivencias de Héctor. Primero, porque hubiera mejorado el contraste de dos personalidades opuestas y segundo, porque el uso constante del rojo en toda la obra puede llegar a saturar. En todo caso, sigue tratándose de un tebeo notable. También hay que elogiar la bella edición, con una calidad ya habitual en las publicaciones de La Cúpula, editorial responsable de El Boxeador.