Febrero 2020

Un grupo de turistas llegan invitados a una paradisiaca isla, donde el dueño del resort les asegura que todos sus deseos se harán realidad. Pero éste les advierte que esas fantasías deberán seguir su curso, aunque no se desarrollen exactamente como uno espera. Esta historia ya ha sido explorada varias veces en el género: un inquietante anfitrión precede a unas fuerzas demoníacas, prometiendo cumplir los anhelos de las personas, pero corrompiendo todo a su paso.

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Fantasy Island carece de un guion elaborado e interesante, y en su lugar hay una montaña rusa de emociones. El filme está plagado de escenas frenéticas por sobrevivir, donde los protagonistas son martirizados constantemente. Es como si alguien hubiera cogido el libro de La Tienda de Stephen King, y lo hubiera adaptado al estilo peliculero de Destino Final. La acción constante convierte a Fantasy Island en un divertimento tan entretenido como olvidable. No aburre, pero tampoco destaca en ningún aspecto. Lo más criticable es la supuesta moralina que a veces intenta con unos diálogos que, lejos de invitar a la reflexión, provocan la risa y/o vergüenza ajena. Su visionado es solo recomendable para aquellos con pocas expectativas, y no sepan qué hacer en una tarde de sábado.