Enero 2017
SOMBRAS DE MORDOR
Éste es uno de los mejores videojuegos de los últimos años, recomendable tanto para los seguidores del universo de El Señor de los Anillos, como para los disfruten de los juegos de fantasía y tono medieval. En Sombras de Mordor encarnamos a un guerrero que vuelve de la muerte, ayudado por un espíritu que ansía recuperar sus recuerdos. Ambos comparten un odio común hacia Sauron, el señor oscuro que está asolando la Tierra Media, juntos buscarán venganza.
Jugamos en mundo abierto, un habitual ya muy conocido: un mapa con diferentes territorios, donde podemos movernos libremente, eligiendo entre misiones secundarias, para entrenar nuestras habilidades y conseguir puntos con los que aumentarlas, o bien avanzar en la historia principal. Ésta engancha, pues debemos ayudar al fantasma que nos acompaña a recuperar sus recuerdos. Viviremos nuestra propia historia al margen de los personajes que aparecían en las adaptaciones de Peter Jackson sobre el mundo de Tolkien, el único punto en común (aparte de Sauron) es Gollum, que nos dará algunos de los mejores momentos del modo historia.
La forma de movernos y pelear recuerda mucho al Arkham Asylum, el cual puso de moda un impresionante modo de combate tan efectivo como fácil de aplicar. Éste permitía enfrentarnos con numerosos enemigos a la vez gracias a espectaculares combos. Aquí esa espectacularidad se ve aumentada por el uso de espada y daga, permitiéndonos matar a orcos y otros seres de formas tan brutales como variadas. Pero hay una notable diferencia: podemos morir con mucha más facilidad así que no podemos lanzarnos a lo loco, sino que será importante utilizar una guerra de guerrillas, golpeando y desapareciendo. Incluso huyendo a tiempo si es necesario, abandonando nuestro objetivo, ya que podemos llegar a ser rodeados por un auténtico ejército.
Uno de los aspectos más destacados es que cuando morimos no volvemos al punto de control sino que resucitamos, y durante el tiempo que tardamos en volver al mundo de los vivos el ejército de Sauron sufre cambios. Por ejemplo: si hemos fallado al intentar asesinar a uno de los caudillos, éste es ascendido, aumenta en fuerza y resulta más difícil de confrontar la próxima vez. Además también se pelean entre ellos y hay luchas de poder.
Otro punto interesante es que cada jefe tiene diferentes debilidades y fortalezas, con lo que deberemos estudiar el entorno para ver cuál es la manera más fácil de acabar con nuestro objetivo, o al menos debilitarlo. Algunos pueden morir de un solo flechazo a la cabeza, o bien mediante sigilo. Otros tienen miedo al fuego o a criaturas que pueden intimidarles lo suficiente como para que huyan y abandonen su posición de ataque. Así que en cierto modo con este método de acechar y asesinar recuerda también al Assassin's Creed. La combinación de todos estos elementos mencionados (Arkham, Assassin y El Señor de los Anillos) se destila en un juego con personalidad propia que resulta una gozada.
Los gráficos están cuidados, con una animación fluida y llena de detalles. Más que en los escenarios (que pueden llegar a resultar repetitivos y algo simples) donde realmente se nota es en nuestro personaje y el diseño de los jefes orcos, donde todos tienen su propio aspecto (y también personalidad) e incluso cambian su indumentaria al subir de jerarquía. Y no son sólo unos cuantos sino centenares, ya que cada vez que uno muere es reemplazado.
Los únicos dos puntos en contra podrían ser lo poco variado de escenarios y que la historia principal se hace algo corta. Pero esto último apenas se nota debido a lo adictivo que resulta acabar con los lacayos de Sauron, lo cual nos puede llevar interminables horas si decidimos centrarnos sólo en ello. En definitiva, Sombras de Mordor hará las delicias tanto de los fans de Tolkien como para aquellos que sólo quieran pasar disfrutar de un juego sobresaliente. Está disponible para PS4, Xbox One, PS3, Xbox 360, Windows, GNU/Linux, y Mac OS. Pero hay que señalar que su funcionamiento es sólo óptimo para las últimas generaciones de consolas, ya que se hizo específicamente para éstas y su adaptación para las antiguas resulta bastante deficiente.