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Abril 2020

EL HOYO

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En una especie de prisión, algunos ingresan voluntariamente a cambio de conseguir algo que les prometen los que dirigen dicho sistema. Las celdas están dispuestas de forma vertical, con un agujero en medio por donde baja una plataforma con comida. El problema está en el racionamiento de los víveres, que provocará toda clase de conflictos.

 

En cierta manera, por la originalidad y minimalismo de dichas instalaciones, recuerda a Cube. Aunque aquí el misterio no está en el mecanismo, que se descubre desde el principio del filme, sino en la interacción de sus ocupantes. El Hoyo es una especie de jaula para ratones, pero ocupada por personas, donde estudiar a la raza humana.

La película funciona a la perfección, mantiene la atención del espectador en todo momento gracias a diálogos inteligentes y carismáticos personajes. Está llena de detalles, demostrando lo complejidad a la que se puede llegar cuando uno prescinde de decorados, efectos especiales o grandes escenas de acción. Sin artificios, El Hoyo obliga a sus ocupantes a mirarse al espejo.

Es un filme notable, que destaca dentro de la mediocridad general que suele reinar en el cine español. Es habitual encontrar guiones flojos o actores que recitan su texto sin dar ningún tipo de credibilidad a sus personajes. Aquí en cambio, hay una interpretación excelente. Aunque hay un fallo grave: tanto Zorion Eguileor como Antonia San Juan, que tienen papeles principales, no vocalizan correctamente. Aunque su director buscase naturalidad o realismo, es sorprendente que descuidase de tal manera este aspecto. Hasta el punto que hay varios momentos que no se les entiende cuando hablan. Por tanto, se agradece que El Hoyo no sea de estreno en cine sino disponible en Netflix, ya que más de una vez tendrá uno que visionar la misma escena para enterarse de lo que dicen.

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